El 7 de septiembre se celebra el Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, designado por las Naciones Unidas. Un día que pretende visibilizar que hablar de aire limpio es hablar de salud y que la contaminación del aire es una emergencia sanitaria, ¿por qué? ¡Os cuento!

Una emergencia sanitaria

El aire limpio es fundamental para la salud y la vida cotidiana. La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas de muerte y enfermedades en todo el mundo. Una auténtica emergencia: está detrás de unas 7 millones de muertes cada año.

Además, no afecta por igual a toda la población: las mujeres, los niños y niñas y las personas mayores son los grupos más vulnerables a la contaminación del aire, sobre todo en países en desarrollo. Y no sólo es un problema para la salud humana: impacta en el medio ambiente.

Con esa información, nos pueden venir a la mente imágenes de lugares típicamente contaminados, por ejemplo, en Asía… ¿verdad? Pues aquí os presento un gráfico de la población urbana europea expuesta a concentraciones de aire contaminado por encima de los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud.

Como veis, a pesar de que la exposición a ciertos contaminantes está disminuyendo con el paso de los años, en Europa seguimos teniendo cantidades importantes de población expuesta a mala calidad del aire. Es algo preocupante ya que dicha contaminación está relacionada con unas 400.000 muertes al año. Volver a mirar el gráfico y quedaos en la mente con la curva del ozono, que enseguida voy a ir con él, pero primero voy a hacer una paradita en España:

¿Qué ocurre en España?

En España no estamos al margen de los efectos de la mala calidad del aire. La contaminación atmosférica se relaciona con 9300 muertes prematuras al año, según el ISCIII. Pero no todo son muertes… La mala calidad del aire está relacionada con otras afecciones como cáncer, enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares y respiratorias, diabetes, obesidad, partos prematuros y bajo peso al nacer, problemas de desarrollo, ansiedad… Asusta, ¿verdad?

¿Cómo podemos bajar esa cantidad de contaminación que tenemos en algunos lugares?

Teniendo en cuenta que (de momento) estamos hablando de entornos urbanos, lo mejor será reducir las fuentes de nos generan esas sustancias: factores como el tráfico rodado, calefacciones…

Pero, ¡ojo! ¡Que la meteorología también juega un papel importantísimo! En ocasiones ayuda a limpiar la atmósfera…pero, en otras, fomenta la creación de otros contaminantes.  ¿Os acordáis del ozono que os he comentado antes? Veréis… Durante el confinamiento, como estuvimos quietecitos, bajaron los niveles de determinados contaminantes de muchos lugares. PEEEEERO un estudio elaborado en la Univesidad complutense de Madrid (y que podéis consultar aquí y aquí) muestra un fenómeno que nos puede parecer curioso.

Mientras que en la Península, Portugal…disminuía la cantidad de ozono troposférico (un potente contaminante), éste seguía teniendo unas concentraciones elevadas en otras zonas de Europa, ¡donde incluso aumentaban!

¿Por qué pasa esto?

Resulta que el ozono troposférico es un contaminante que surge de la reacción de otras sustancias bajo unas condiciones meteorológicas favorables (baja humedad, altas temperaturas y alta radiación solar). La primavera de 2020 en gran parte de España no fue demasiado soleada… pero en otras zonas de Europa sí, donde además las temperaturas fueron elevadas para la fecha. Esto dio como resultado la generación de más ozono troposférico a pesar de que otros contaminantes hubieran disminuido.

Estas relaciones entre contaminantes y meteorología son importantísimas para crear planes de calidad del aire en escenarios de cambio climático. Habrá que ver si, con él, se favorecen determinadas condiciones meteorológicas que puedan ayudar a la formación o la llegada de determinados contaminantes.

Un problema a nivel global

¡Y no sólo hablamos de contaminación en las ciudades! Podemos tener mala calidad del aire de forma natural, por ejemplo, como ocurre en episodios de calima o a través del humo de incendios. Hay que mirar cómo puede cambiar la frecuencia de estos fenómenos con el cambio climático…

Por ejemplo, el cambio climático aumenta el riesgo y agrava las consecuencias de los incendios forestales en algunas zonas. Además, sus efectos no se quedan únicamente en la región que está ardiendo, porque el humo puede viajar largas distancias…. ¿Os acordáis de cuando el humo de los incendios de Australia llegó hasta sudamérica en enero de 2020?

Por tanto, tenemos que tener en cuenta al cambio climático para mejorar la calidad del aire, PEEERO sólo mejorando la calidad del aire no frenamos el cambio climático; necesitamos más acciones para luchar contra la crisis climática, aunque algunas de ellas sí que coincidirán (como reducir el uso de coches).

¿Por qué no es lo mismo?

Pensad que no hablamos de las mismas sustancias cuando nos referimos a las causas del cambio climático (CO2, CH4…) que cuando lo hacemos a la calidad del aire (PM2.5, PM10, O3, NO2…) aunque gran parte de su origen antropogénico está íntimamente ligado a la quema de combustibles fósiles. Es decir, aunque terminan estando relacionadas, son cosas distintas pero igualmente importantes y ambas con un impacto en nuestra salud.

¡Y ya voy acabando! Espero que os haya resultado interesante este artículo y que nos ayude a ver la importancia de poner nuestro granito de arena para mejorar la calidad del aire, para mejorar nuestra salud. Y tú, ¿qué haces para mejorar (o no empeorar) la calidad del aire de tu localidad? ¡Compártelo en los comentarios!