En clima, como en casi todo, conocer lo que ocurrió en el pasado nos puede ayudar a entender lo que ocurre o podrá ocurrir en el futuro… salvo que cambies las reglas del juego. Es precisamente lo que está pasando en el Ártico, que está yendo hacia un nuevo régimen climático. Os cuento:

Érase una vez…

El clima de cada lugar se va moviendo en unos rangos que podemos considerar normales. Hay una serie de ciclos que se repiten cada cierto tiempo: variaciones de años, décadas, siglos… de ahí que tengamos sequías periódicas alternadas con periodos algo más lluviosos, por ejemplo. Esto es lo que llamamos “variabilidad natural” y conocer cómo se ha comportado en el pasado nos da pistas de lo que podemos esperar o no.

Un estudio publicado en Nature apunta a que el Ártico se ha calentado tanto, que su variabilidad se está comportando distinto a cómo lo hacía antes: está yendo hacia un clima completamente diferente a hace sólo unas décadas.

El Ártico, uno de los protagonistas climáticos

Sabemos que el Ártico se calienta más rápido que el resto del planeta, un fenómeno conocido como «amplificación ártica». Este efecto está íntimamente ligado con la cubierta de hielo ya que éste funciona como un espejo que hace rebotar la radiación que nos llega del sol. En cambio, si fundimos esa capa blanca y la sustituimos por el agua oceánica, mucho más oscura, se absorbe esa radiación y, además, sube la temperatura superficial ya que el agua está a mayor temperatura que el hielo.

Ya estamos viendo cambios en la cubierta de hielo ártica. La media de extensión de hielo marino en septiembre (cuando se da el mínimo) ha caído en torno al 31% respecto a la década 1979-1988. De hecho, en septiembre de 2020 se ha alcanzado la segunda extensión más baja de hielo en el Ártico desde que hay registros.

Mínimo de hielo el 15 de septiembre de 2020 en comparación con el mínimo medio 1981-2010. NASA

¡Y no todo es la cubierta de hielo! En 2020 hemos tenido numerosos titulares como los relacionados con las temperaturas elevadas durante la primera mitad del año, los 38ºC alcanzados en una localidad del círculo polar ártico, los incendios zombis… pero, ¿es esto esperable de forma natural? ¿Acaso estamos viendo cómo el Ártico entra en un clima nuevo? Para intentar dar respuesta a esas preguntas, un grupo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR), en Estados Unidos, ha analizado la variación del clima ártico en las últimas décadas y las proyecciones futuras utilizado unos modelos climáticos.

Nota: ¿Por qué modelos y no observaciones? Resulta que para hacer este tipo de análisis se necesitan series muy largas de datos… ¡y del Ártico sólo tenemos observaciones de satélite desde 1979! Es una serie muy corta. Esto es bastante habitual en clima (ojalá tuviéramos series infinitas de todo y en todos los lugares del planeta… pero no es así), así que los modelos son unos grandes aliados para hacer estos análisis.

Un nuevo Ártico

Para determinar si está cambiando o no el clima en el Ártico, han echado un ojo a tres parámetros: el hielo marino, la temperatura del aire y el tipo de precipitación (claro, es que no es lo mismo que llueva o que nieve…) y, tras unos cálculos, definieron lo que era el “clima antiguo”.

Comentario personal: Aquí es donde yo pongo un «pero» a este estudio. Normalmente se hacen medias de 30 años para hacer climatologías y establecer los valores «normales». Básicamente, haciendo las medias de 30 años filtras muchos ciclos importantes que afectan regularmente al clima de una región. En el caso de este estudio, han cogido el periodo de 1950-59, lo que no me termina de convencer… pero, mirad, sigo con los resultados de este estudio y retomo esto en las conclusiones.

Lo que han encontrado en dicho análisis es que el comportamiento del hielo marino y de la temperatura se llevan saliendo de lo que consideran “clima ártico antiguo” desde finales del siglo XX.

Este resultado es muy interesante porque tiene una implicación llamativa: cuando empezaron las observaciones satelitales, el clima ya estaba cambiando y empezaba a mostrar diferencias notables respecto a las décadas anteriores. Por tanto, sólo esos datos no nos valen para establecer el clima “anterior” o una base para poder comparar si lo de ahora es normal o no.

¿Y qué pasará en el futuro?

Algo que no nos sorprende. Los modelos apuntan a que en las próximas décadas podremos ver el Ártico libre de hielo en algunos periodos. ¿Durante cuánto tiempo? Depende del modelo, pero los rangos podrían ser de entre 3 y 10 meses al año en el peor de los casos.

Precisamente, estos cambios en la cobertura de hielo también van a influir de forma notable en las temperaturas. Como podéis imaginar, se espera que sigan subiendo y que el cambio en ellas provoque una alteración en la precipitación: el periodo de nevadas se reducirá y aumentará el de lluvia.

No está todo perdido. Actuemos ya.

Pero, ojo. Todo esto es en el peor de los escenarios… y esto es una buena noticia. Sí, sí… porque significa que en proyecciones más optimistas se pueden mitigar estos efectos y estamos a tiempo de mitigar una situación tan catastrófica.

En cualquier caso, que el párrafo anterior no nos haga relajarnos, porque necesitamos actuar YA. Antes os decía que definir un clima con una media de 10 años me parecía cogerlo con pinzas; pero está clara una cosa: algunos parámetros climáticos están cambiando ya y seguirán haciéndolo en mayor o menor medida.

Este cambio en el Ártico tiene enormes consecuencias para los ecosistemas, recursos de agua y su gestión, planes de inundaciones e infraestructuras de la región ártica… y no olvidemos que en el sistema climático todo está conectado, lo que ocurre en el Ártico no se queda sólo en el Ártico (hace un tiempo os lo conté en este post).

¡Y ya termino! El Ártico lleva tiempo dando señales de que está yendo hacia un estado diferente. Lo preocupante no es tanto el nombre que le demos a esto (¿nuevo clima? ¿transición a un clima o estado nuevo?), sino el ritmo al que lo está haciendo y las tendencias… pero todavía podemos evitar la senda más pesimista. La salud del Ártico repercute en el resto de la Tierra y desde todos los rincones debemos proteger nuestros polos.