La emisión de metano desde el Ártico es algo que puede tener graves consecuencias para todo el planeta. Hay muchos factores que hacen que se libere más o menos, como las temperaturas, pero ¿imaginabais que LA LUNA puede influir en estas emisiones? ¡Os cuento!
Antes de arrancar al 100% os dejo por aquí el artículo en el que he basado este hilo, de Sultan N. et al, Impact of tides and sea-level on deep-sea Arctic methane emissions de octubre de 2020.
Ahora sí, ¡empiezo! Al igual que con el CO2, las concentraciones de metano en la atmósfera están aumentando en las últimas décadas. Esto es bastante problemático ya que el metano es un gas más potente que el CO2, aunque permanece menos tiempo en la atmósfera.
¿De dónde viene este metano?
Este metano puede venir de nuestras acciones, pero también de procesos naturales. El metano se encuentra en muchos lugares de la tierra y, por ejemplo, sabemos que en el Ártico lo podemos encontrar en lo que conocemos como “clatratos”. Un clatrato, o hidratos de metano, es un tipo de estructura en la que el agua congelada rodea al metano Son bastante inestables y, para mantenerse así, necesitan estar en condiciones determinadas de presiones intermedias-altas y baja temperatura.
Existen hipótesis que apuntan a que la subida de las temperaturas fomentará la emisión de este metano…. pero no están del todo claros los procesos exactos que provocan que se emita más o menos gas. Por ejemplo, puede haber fuerzas externas que modulen esta emisión, ¡y es aquí donde entra la Luna!
El efecto de la Luna
La atracción gravitatoria de la Luna da como resultado las mareas. Una variación que es suficiente para afectar a la intensidad de las emisiones del metano en el fondo marino del Ártico: marea más alta, menos emisión. Marea más baja, más emisión.
¿Por qué? Con la marea baja, se fomenta la apertura de fracturas en los sedimentos que favorecen que el gas se escape, mientras que con las mareas altas, el sistema se encuentra más equilibrado.
¿Qué ocurre con ese metano liberado?
No todo sale a la atmósfera (menos mal), sino que existen una serie de procesos que hacen que parte del metano se quede en el agua. Os dejo un esquema de Ruppel, C. D., and Kessler, J. D. donde se muestran estos sumideros https://bit.ly/3nokaTJ
Además, si el metano que se escapa viene de zonas profundas, es mucho más probable que se quede en el agua… ¿qué ocurre con el que está en zonas poco profundas y no puede “entrar” en esa cadena? Ese metano sí tiene más papeletas para llegar a la atmósfera…
Más implicaciones…
Sí, aún hay más chicha para sacar de este artículo. Resulta, que el método que utilizaron para detectar estas emisiones de metano no consistían en “mirar burbujas” sino en detectar cambios de presión y temperatura en una zona del Ártico (en concreto en el margen oeste de Svalbard). Una región, por cierto, donde se sabía que había muchos clatratos ¡pero no se habían identificado fugas de metano!
Eso tiene una implicación importante, puede estar emitiéndose metano y que no nos estemos dando cuenta, salvo que estemos midiendo con diferentes objetos todo el tiempo. Por tanto, podríamos estar subestimando la cantidad de metano que se está liberando a la atmósfera desde el Ártico. Un metano que, recordad, retroalimenta el cambio climático y es más potente que el CO2.
Entonces, ¿qué pasa con el nivel mar?
Pero, claro, tenemos la otra cara de la moneda. Si la marea alta, es decir, un nivel de agua más alto implica menos emisión… ¿Qué pasará con la subida del nivel del mar por el cambio climático? ¿Se podría compensar el efecto de las temperaturas? Quedan muchas preguntas por resolver.
¡Y ya termino! Anda que no es complicado el sistema climático y sus interacciones con todo lo que nos rodea, la ciencia está en continua construcción. Para este caso, entender lo que ocurre en el Ártico es también entender lo que ocurre, u ocurrirá, en el resto del planeta. ¡Gracias por leer y compartir!
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