El permafrost es una capa de suelo congelado capaz mantener en buen estado, por ejemplo, mamuts, lobos de hace decenas de miles de años… pero también mantiene retenidas grandes cantidades de gases de efecto invernadero que pueden estar emitiéndose más de lo que se pensaba según un estudio reciente. ¡Os cuento!
Como siempre, antes de arrancar al 100%, os dejo el artículo en el que está basado este texto, “Iron mineral dissolution releases iron and associated organic carbon during permafrost thaw” de Patzner et al. publicado en Nature Communications en diciembre de 2020. Ahora sí, ¡arrancamos!
El permafrost y el peligro de su deshielo
Además de mamuts, lobos, el permafrost alberga una cantidad asombrosa de gases de efecto invernadero… ojo a este dato: se estima que la cantidad de CO2 que hay atrapada puede ser cuatro veces la que ha emitido ya el ser humano.
A medida que el permafrost se va derritiendo, estos gases se liberan a la atmósfera, retroalimentando el calentamiento global, lo que favorece que se derrita más permafrost, que emite más gases… y así. De todas formas, la liberación de estos gases depende de otras muchas cuestiones interconectadas: aspectos físicos, químicos, biológicos… y sobre todo estos últimos juegan un papel muy importante (ahora lo vemos).
De todas formas, la liberación de estos gases depende de otras muchas cuestiones interconectadas: aspectos físicos, químicos, biológicos… y sobre todo estos últimos juegan un papel muy importante (ahora lo vemos). Entre esas cuestiones, está la acción del hierro, que es capaz de “atrapar” al carbono. Estos elementos se quedan unidos de una forma que se considera estable en el permafrost por su estructura y, además, por la presencia de oxígeno que hace algunos organismos no entren en acción.
El deshielo, los microorganismos… y más
En definitiva, el carbono está tranquilito ahí, ¡y menos mal! Se estima que el carbono atrapado en minerales de hierro es entre el 2 y 5% de la cantidad que hay ahora mismo en la atmósfera. La cuestión es que, a medida que el suelo se va derritiendo y se va inundando de agua, disminuye la cantidad de oxígeno ahí y empiezan a aparecer unas bacterias que “se comen” estos minerales, rompiendo los enlaces que atrapaban al carbono y liberándolo a la atmósfera.
Pero, ojo, que no sólo se emite ese carbono atrapado en esas estructuras… las reacciones que ocurren en este proceso de deshielo con el hierro fomentan que se libere más CO2. ¡Y hay más! Porque se abren incógnitas sobre el papel del hierro en liberar más o menos gases. Por un lado, esas reacciones del hierro pueden inhibir la presencia de organismos que liberen otros gases, como metano… pero también, al cambiar el pH del entorno, puede provocar que estas poblaciones crezcan más (en el caso de este estudio, sus resultados apuntan a que serviría para controlar las emisiones de metano, pero tendría que indagar un poco más para comprobar cuál es el resultado mayoritario)
La investigación continúa
En definitiva, es necesario seguir investigando y conocer mejor el papel que juegan estas estructuras en la protección del carbono y emisión de otros gases… de momento se podría estar liberando más de lo esperado inicialmente pero, ¿pueden desencadenar más emisiones extra? ¡veremos!
¡Y termino! Sí, hay cosas que no sabemos, pero tal como está el panorama no hace falta saber el último detalle para entrar en acción. La situación en el Ártico es muy preocupante y, por desgracia, lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico. ¡Gracias por leer y compartir!
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